“Vimos a lo lejos pero bien lejos las luces del pueblo y ante nosotros a unos metros, una cascadita y un riachuelo que partía la carretera, seguramente por las lluvias... estábamos de sed pues no teníamos agua, así que fuimos corriendo hacia el agüita conforme corríamos vimos un bulto pero pensé que seguro era otro viajero como nosotros. Mientras nos acercábamos vimos que era una mujer y se bañaba desnuda... me escondí rápido tras una piedra rodada al lado de la carretera pero mi hermano siguió avanzando... yo miraba de miedo porque esa mujer lo llamaba y yo sabía que era una diabla y le decía ven báñate conmigo y él llegó cuando de pronto sonó como una explosión no pude ver nada ni siquiera escuchaba... sordo y ciego... Pasó un rato hasta que pude moverme y salí detrás de la piedra, corrí a buscar a mi hermano y no lo encontré no vi nada. Grité su nombre y nadie me habló. Tenía ganas de pelear con aquello que se lo llevó, buscaba y buscaba...
Llegúe al pueblo al otro día busqué en la comisaría y en el hospital y lo encontré ahí, quién sabe cómo pero estaba extraño. Me llevaron hacia su cama y él me miraba con los ojos muy abiertos. Tenía el pelo sucio y muy largo como si hubiera pasado mucho tiempo y su barba también estaba tupidísima. Me abrazó pero no me dijo nada y los del pueblo se hablaban entre ellos que los diablos lo habían hechizado y que pronto se lo llevarían para siempre. En tres días me dijeron... yo no quería creer y les dije que eran malhablados y que yo no creía en cojudeces. Los médicos me dijeron que mi hermano se recuperaba de lo que parecía anemia pero pasado tres días murió... los diablos se lo llevaron”
- -- Su historia es bastante intrigante, Don Segundo… - Raúl no sabía qué pensar o si el viejo no estaría jugándole una broma… pero… ¿Jugar con la memoria de su hermano...?
- - - Le voy a contar un secreto, joven, pero júreme que no lo contará…
- - - Está bien – sonrió Raúl que no imaginaba qué podía ser eso que mereciera ser secreto.