miércoles, 28 de noviembre de 2007

Recordando

El taxi avanza lento, las gotas de lluvia golpean los vidrios. El muchacho mira cómo la ventana de su puerta se empaña. Fuera, se escucha el clacson de los carros que piden movimiento. Todo tan extraño. Todo sucediendo tan deprisa y él, con la cólera, con el miedo; mezclándose, volviéndose uno. Todo sucedió tan de repente… no lo quería creer… ¿Y si era cierto? ¡Por qué!

El taxista lo mira por el espejo retrovisor. Quién sabe cuántas veces habrá sentido lo mismo que el joven empapado que lleva en el asiento trasero. Trata de entablarle conversación pero el muchacho responde con monosílabos, inclusive con sonidos leves, casi quejidos y mirando la pista, con los pensamientos en mil cosas a la vez.


Llegan a su destino. Paga y se baja. La lluvia cae sobre sus hombros. Tiene los cabellos húmedos, la ropa apelmazada contra su cuerpo. No quiere moverse, no quiere hacerlo, el pánico se apodera de él. La calle está desierta a esa hora, el olor a tierra húmeda penetra en sus pulmones. Es un olor agradable, pero él no lo siente. Está desesperado. Lentamente comienza a moverse, como en agonía, como si sus piernas estuviesen muertas, sufriendo con cada paso. Mira hacia lo alto: los postes de luz proyectan una luz ámbar y puede ver las gotas de lluvia cayendo en el haz de luz que se forma. Pensar que para otras personas era una noche normal… para él…

Llegó hasta la casa. Ella lo estaba esperando.


-Lo siento - le dijo, mirándolo sin ninguna expresión. Sin pena. Totalmente indiferente al dolor que sentía.

El quedó en silencio. No lo podía creer. La lluvia seguía cayendo horriblemente o tal vez como lágrimas… o tal vez eran sus lágrimas...

martes, 6 de noviembre de 2007

Cartas sin nombre V

Esta fue una de esas noches en que te había soñado. En la mano tenía innumerables hojas de papel de tamaños distintos, algunas descoloridas, algunas de cuadernos destruídos por algún dolor pasajero que no fuiste tú.

Me preguntabas qué eran y te respondía que eran cartas para ti, pero cartas sin tu nombre en ellas, porque "entre matar y dejar morir, yo había preferido matar..." había preferido no verte. Quería que hicieras tu vida; y mis cartas y mis historias y mis pensamientos se enterrasen juntos y lejos de ti. Cartas para ti pero sin ser tú el destinatario. Porque prefería ahogarme con mis recuerdos a dejar que tú me extrañaras. Prefiero extrañarte a que me extrañes… ahora, ¿alguna de estas cartas sin nombre llegarán a ti? Bueno, eso no lo sé…

La noche caía una vez más. Me sentía totalmente incoherente, sin poder pensar ni escribir. Escuchaba canciones que me hablaban de un tiempo aparentemente remoto pero tristemente cercano y busqué algún sentimiento de nostalgia por esa novia antigua que no llegaste a conocer. Este no llegó nunca. Ni siquiera por la amistad perdida. Tal vez por el amor desecho, tal vez por mi corazón roto. No sé. Pero no llegó. Tristemente vacío y solo… solo… y en la soledad encontré mi felicidad. Felicidad guarecida al amparo de tu alma escribí alguna vez pensando en ti. Bueno, en tu alma sí soy capaz de guarecer cualquier sentimiento. La canción está a punto de terminar y yo, continuaré inexpresivo, inexplicablemente solo, felizmente solo, tontamente feliz.