miércoles, 24 de octubre de 2007

Un hombre sentado

La oscuridad lo envuelve todo con un manto de silencio, un silencio que espera sentir la mínima expresión de vida para romperse: un aletear, un susurro, el caer de los pétalos en el parque lejano... y el mundo espera ese momento para existir, para pintar una luna escondida entre nubes grises que llevan la pestilencia de la ciudad, para crear con manos hábiles a una pareja sentada bajo un rosal; tal vez el rosal de los pétalos que rompieron el silencio y que los hizo existir; al cariño que se juran y que encuentra belleza en cualquier fragmento de vida.

Cariño no es igual que amor – piensa – el cariño desparecerá empujado por otro querer hacia algún nuevo rincón, pero el amor es aquello que perdura aunque no exista sentido y que lleva todo lo que uno es, aquello que remece el corazón, fuerte, tal vez demasiado. Y los recuerdos vuelven a él, como antes. La chica, con su sonrisa inocente pero tan letal para su corazón, recuerdos sentados juntos, contemplando un cielo como el de esta noche, pero no como esta noche que está horrendo y él sentado en el banco, solo, frente a él aquellos enamorados que le hacen recordarse a sí mismo y a la chica que recuerda, sino con los ojos de amor y muriendo y sonriendo; por ella y para nadie más. Porque ella era un todo, no sólo una carita, sino una mujer, un corazón, un amor. Recuerdos así, todavía le hacen suspirar y a ella, no sabe si la encontrará de nuevo. Recuerdos así todavía valen la pena... Recuerdos así, todavia le hacen suspirar...

martes, 2 de octubre de 2007

Soledad

La canción va dejando de sonar. Hasta ser casi imperceptible. Y así, en su sonido minúsculo flota en el aire eternamente. El frío también está presente, este cielo totalmente gris, atentando contra su querer. Cuántas veces las situaciones se tornaban tan difíciles. Cuántas veces las circunstancias fueron adversas.

Tantas veces escuchó esa canción que ya las palabras no tenían sentido y la melodía eterna rellenaba su mente. Día tras día y toda la noche. Incluso en sueños creyó escuchar esa canción pero la letra de ésta le revelaba el pasado cantándoselo como si este fuera a suceder en el futuro.

“Tal vez me estoy volviendo loco”, pensaba. Y a lo mejor era cierto.

Lo peor, y se decía esto muchas veces, era que las canciones no le traían recuerdos desagradables, por el contrario, era en sus sueños en donde se le revelaba tanto secreto y tanto misterio con respecto a esta canción que había llegado a describir como aquella que rellenaba su soledad, que impedía que sus silencios fueran completos.

En sus sueños se le mostraba un rostro sonriendo, la canción sonando muy fuerte, el rostro definiéndose un poco cada vez, a medida que la canción cambiaba de intensidad. Reconocía a esa persona en su sueño. Pero sabía además que no la recordaría al despertar. Lastimosamente, la soñaba. Ella sonreía. El la adoraba.

Dentro del sueño se interrogaba. Ya no sabía si su soledad actual era por ella o era porque era feliz así, solo. Soledad simple que le llegaba gris por la ventana abierta junto con ese cielo terrible. Cuántas noches de soledad aguantaría… no sabía cuántas más. Habría que pensar con quién desechar la soledad, se decía… es ridículo pensar que se puede compartir la soledad… quién querría recibirla… y el sueño continuaba y él la adoraba…