domingo, 17 de abril de 2011

María (Parte VI)

En lo alto de una pequeña colina, en lo que seguramente siglos atrás había sido un altar dedicado al culto de los astros, se levantaba una pequeña parroquia que tenía una particularidad: dentro y fuera de ella, todo era hermoso. Probablemente la pequeña construcción pasaría desapercibida por estar bastante desgastada por el paso del tiempo. Sin embargo, en su interior se encontraban una serie de lienzos y frescos extraordinarios, de pintores que lograron una belleza increíble en sus trabajos mostrando el mestizaje que era su esencia. Fuera de la pequeña parroquia, en la noche fría de los andes, lo hermoso tomaba la forma del infinito. El universo parecía allí pintado. Increíble. Inacabable. Perfecto.

Las dos parejas caminaban ahora en silencio. Trataban de abrigarse pues la temperatura había descendido bastante. Él miró a María y la encontró con las mejillas coloradas por la altura y el frío. Contrario a lo que había pasado los últimos días, ella no le sonrió de vuelta. Tal vez le ha chocado la altura, se dijo. Trató de animarla, jugando un poco con ella, pero ella estaba distante. No le hacía caso.

Y qué podía entender él de lo que pasaba por la mente de María en esos momentos. Era un imposible. Un imposible comprender que ella se sentía atormentada, se sentía extraña. Como si se hubiera traicionado a sí misma al ceder tanto con el chico éste. Además, ya faltaban pocos días para que se marchase…

…y no volvería a verlo…

Se enfureció. No podía creer este último pensamiento. ¡Qué importaba si no volvía a verlo! Era sólo un hombre con el que se llevaba muy bien. ¡Nada más!

Sin embargo, le habría gustado quedarse…

 

…Continúa…

0 comentarios: